viernes, 2 de diciembre de 2011

De un by paz gástrico a un encuentro mal planificado

"Despierta Roco, anda, levántate..." fueron aquellas palabras que Roco escuchó por última vez antes de despertarse. Guas de mara se dijo para si mismo sin poder decirlo en voz alta por su inseguridad con otras lenguas que no sean el arameo, español y portugués. Al abrir los ojos por completo entendió lo que sucedía. Era oscuro todavía, titilaban las estrellitas en el cielo y lo único que alcanzó a divisar es una estrella fugaz con placas desconocidas pero con un letrero gigante en la parte trasera que decía "aquí viaja gabriel" y más abajo otro letrero que decía " el amor de un padre por su hijo." Luego asomó lentamente la cara de María Meneses, su prometida, que insistía en darle de cachetazos. Pobre Roco, siempre tan sufridor desde el día en que asomó hasta el día en que lo marchitaron.
Roco se levantó rápidamente y entendió que debía apurarse en construir ese pequeño pesebre para la llegada de este tal Gabriel Cabascango, que traía un gran recado para Roco, María y toda la familia Meneses. Roco, recordó que de él dependía la construcción de este famoso pesebre y entonces empezó a enumerar los materiales: "Maderos de palmas del desierto para sostener la estructura... yastá! Ramitas de palmeras para hacerlas funcionar cual techo... yastá! Pajarillos que trinen mientras el arcángel desciende de su nave intergaláctica... yastá! Tabloncillos para impedir que el viento ingrese y se espanten tanto a la caballa como el asnito... yastá! Pajillas para que se recuesta la virginal Meneses... yastá! Cemento de contacto marca El Africano para pegarlo todo esto y que sea un todo en si mismo y no por separado... mmm .... mmm ... (pensó en voz baja) ... (me lo he fundeado) Es por esta razón que el pobre Roco quedó dormido sin si quiera mover un dedo. El arcángel, la virginal, la caballa, la nave intergaláctica y todos los involucrados en este relato decidieron pedir una pizza y hacer la transacción lo más rápido y olvidar el escabroso paraje que enturbiaría de por vida lo que pintaba para ser una linda postal. Roco se durmió sobre las pajilla y recordó que alguna vez pasó por Buenos Aires y su máximo temor era encontrarse con aquella mujer que había cambiado su vida por completo, lo que le apaciguaba era conocer a quien se había convertido en su escritora vulgar favorita, esa i ness table. y fue así que durmió con el delicioso aroma del africano varios días más.